Según varios medios de comunicación que sigo por Facebook, se ha hecho viral una conversación de WhatsApp publicada por la tía de un niño con Asperger que denuncia lo contentas que se han puesto las madres de ese grupo al saber que a su sobrino le iban a cambiar de clase. La verdad es que la nota no da mucha más información, pero es muy gráfica y adjunta un pantallazo de whatsapp. Leo esta noticia, y leo alguno de los cientos de comentarios que la acompañan y los más populares son los que se indignan con esas madres y las llaman de todo e incluso les desean lo peor. Y lo que pienso es que somos muy intolerantes, muy hipócritas y muy maleducados. Pero no lo digo por esas madres del grupo privado del WhatsApp que se ha hecho viral, por cierto supongo que sin su consentimiento. Lo digo por la manera en la que juzgamos y criticamos sin tener apenas información. Ha pasado hace poco con el caso de una madre que se llevaba a a sus hijos para evitar entregárselos al padre condenado por maltrato. Primero el país se rindió a su causa. Luego la gente se ha posicionado en su contra. Lo mismo con el mayor Trapero, que ha pasado de héroe a ser el blanco de las críticas. La cuestión es cebarse.
Yo cuando leo esa escueta (escuetísima) noticia sobre el niño con Aspergers lo primero que he pensado es que falta información, y mucha, como pasa a menudo en este tipo de casos. ¿Realmente esas madres no quieren que el pequeño con Aspergers no esté en su clase por puro egoísmo, porque no les gusta esa etiqueta, porque el niño es rarito? Si es simplemente esto, por supuesto no lo entiendo, pero nunca nada es sólo blanco o negro. Es posible que esa efusividad sea un poco hiriente pero muchos ya sabemos cómo son los grupos de whatsapp, y más concretamente los grupos de madres, que sacamos el champán y la serpentina en cuanto uno de los niños ha sobrevivido a un catarro o a una otitis (los defensores de los virus y bacterias se nos echarían encima si se enteran). O nos enfadamos con la maestra que nos devuelve a nuestros hijos con manchas de chocolate hasta en la coronilla. Todo en el fondo muy inocente, pero no puedo negar, y me incluyo, que la efusividad nos invade muchas veces, sin premeditación ni alevosía.
En este caso no tenemos información de cuáles son los motivos de que se alegren tanto con ese cambio. Una alegría, como digo, quizás algo desmesurada, pero (muy importante) tampoco he leído nada despectivo sobre el pequeño. Por desgracia muchos niños con TEA se agobian, se alteran e incluso son agresivos. Gritan durante horas, y hacen la convivencia difícil. A estos niños hay que ayudarles mucho, hay que facilitarles un espacio y un ambiente en el que se sientan a gusto y esto puede llevar tiempo. A veces funciona y otras no. En nuestro caso, Leo nunca ha sido agresivo, pero podría haberlo sido, y hubiera sido muy duro. Seguramente lo hubiéramos pasado muy mal sabiendo que le hace daño a otros niños, más que si fuera él quien recibe los palos. ¿Y si el niño de la noticia es agresivo porque no está a gusto en ese aula, en ese ambiente, o con esos compañeros? ¿Y si el color de las paredes le altera hasta el punto de gritar, o morder, o patalear? ¿Y si ese niño, aunque no sea su intención, hace daño a otros niños? ¿Y si hace muchos meses que trabajan para ayudar a la integración de ese niño pero no lo han conseguido, y se han cansado de que sus hijos no tengan la dedicación que también merecen? ¿Esas mismas personas que tanto critican a estas madres estarían dispuestas a llevar a sus hijos a clase en este tipo de condiciones? ¿Y si el propio centro no ha sabido gestionar la adaptación del niño y no tiene los recursos necesarios? Yo me pongo y me pondré siempre del lado del niño con autismo, pero seamos cautos, responsables y consecuentes y no hagamos juicios de valor tan a la ligera, atacando a otras personas porque no entran en nuestro ideal de comportamiento.
Nosotros vamos a llevar a Leo a una escuela ordinaria, con recursos especiales para él. No hemos conseguido plaza en una escuela específica para niños con autismo recomendada por la psicóloga d eLeo (sólo hay una en Barcelona), que era nuestra primera opción, simplemente porque no hay plazas. Tampoco sabemos aún si era la mejor opción para él, hemos tenido dudas hasta el último día de la preinscripción, y las seguimos teniendo. Comenzamos la semana que viene y estamos nerviosísimos, pero también ilusionados, va a ser un cambio muy positivo, eso seguro. Esperamos encontrar el mismo apoyo, cariño y solidaridad de los padres en la nueva escuela que hemos tenido en la guardería a la que ha asistido Leo durante los últimos dos años. Pero si es el mejor sitio para él, sólo el tiempo lo dirá.
Yo no llevaría a mi hijo, si puedo evitarlo, a una escuela o a una clase en particular si supiera que es constantemente la fuente de muchos conflictos y si él también lo estuviera pasando realmente mal. La sociedad debe y está avanzando hacia un modelo más integrador, y todavía falta mucho por hacer, pero no juzguemos (ni linchemos) tan rápido y además sin saber ni la mitad de la historia. No echemos más leña al fuego, y aprendamos a leer mejor la información que nos dan. Y en vez de esparcir el odio, trabajemos en positivo y colaboremos todos a mejorar el mundo en el que están creciendo nuestros hijos, tanto los neurotípicos como los que tengan cualquier trastorno, enfermedad o condición. Empezando por dar buen ejemplo y reaccionando con sentido común a las noticias que leemos. Incluidas las del whatsapp.
Leo con una compañera de la guarde