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  • Maytexu

El autista nace, no se hace


Leo tiene Trastorno del Espectro Autista, más conocido como autismo. Nació así, aunque no tuvimos un diagnóstico definitivo hasta los dos años y medio. Tampoco sospechamos nada hasta los 15 meses, cuando saltaron las alarmas en una revisión rutinaria en el pediatra. Ha sido un proceso largo y angustioso, lleno de dudas y baches. Desde que comenzaron las sospechas hemos ido recibiendo palos por fascículos. Porque el TEA no se diagnostica con un análisis de sangre o un examen físico. En su lugar, hay que esperar y esperar. Que si hay sospechas de TEA (Trastorno de Espectro Autista) pero aún es pronto. Que si es muy pequeño para diagnosticarlo, lo importante es estimularle y ya veremos. Que si su terapeuta no cree que tenga autismo en una primera visita, aunque es pronto para valorarle y va a hacer un seguimiento. Que si no es buena señal que aún no hable. Que si podríamos probar de llevarlo a la guardería a ver si así empieza a relacionarse. Que si la misma terapeuta nos confirma que ya empiezan a haber motivos para preocuparse e ir pensando en TEA. Que si finalmente no hay ninguna duda, tiene TEA, pero aún no sabemos en qué grado, ni cómo le afectará, ni si hablará, ni cuándo lo hará. Básicamente no sabemos nada. Cuando no teníamos diagnóstico buscábamos uno desesperadamente. Ahora tenemos una sola respuesta pero aún miles y miles de dudas que nadie responderá, sólo el paso del tiempo. Ha sido muy duro aceptar que sólo podemos esperar, pero se me ocurre que la mejor manera de hacerlo es disfrutar de él y con él, y eso es lo que tratamos de hacer cada día.

Como dice el título de este post el autista nace, no se hace. No hay factores ambientales determinantes que causen autismo. O lo que es lo mismo, las vacunas no causan autismo, aunque hayan descerebraos como el periodista Javier Cárdenas que salen de vez en cuando en los medios sembrando la duda y haciendo mucho daño. Nosotros seguiremos poniéndole todas las vacunas que le toquen como hemos hecho hasta ahora, porque así debe ser, y porque creemos más en la ciencia que en los charlatanes. Aunque por desgracia la ciencia aún no ha sido capaz de desvelar muchos misterios del TEA.

Ya estaba escrito cuando nació que desarrollaría este trastorno, y aunque ha sido duro aceptar la realidad, Leo es Leo, y no cambia nada. Es el bebé que nació con los ojos y los pies muy grandes, con una carita tan bonita que quienes lo veían en foto me preguntaban si le había pasado por photoshop. Es el que me convirtió en mamá aunque aún no haya pronunciado esa palabra. No habla y no hace cosas de muchos niños de su edad, pero es feliz y sí que hace otras muchas cosas. Por nombrar sólo un par de ellas, ríe y se deja querer, y mucho, y estos son los dos rasgos más importantes para nosotros. Lo demás ya llegará.

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